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Espacios ceremoniales

Espacios ceremoniales son escenarios solemnes y rituales en los que nos involucra Álvaro Diego Gómez, a través de un lenguaje arquitectónico nos conduce por trayectos atravesados por las relaciones que se dan en espacios dedicados a lo sagrado, en las que se involucran las prácticas religiosas y cosmogónicas, permitiéndonos así adentrarnos en un campo espacial de lo ritual. Es por esto que su obra se encuentra íntimamente ligada a una visión arqueológica, en la que los elementos que habitan el espacio tienen una connotación simbólica. Su interés por lo ancestral se evidencia en sus esculturas que pueden asociarse con figuras rituales precolombinas como los bastones ceremoniales, los Queros o los Quipus y los discos milenarios. Lo paradójico es que estas esculturas están realizadas a partir de bandas transportadoras industriales y materiales reciclados, cadenas que se tejen y se ensamblan de manera geométrica, lo que se contrapone a las sistematizaciones de las civilizaciones antiguas, y que tiene su origen en un interés por explorar las codificaciones actuales de la informática y la urbe contemporánea, es así que posee una inusual preocupación entre lo tecnológico y las codificaciones de las culturas mesoamericanas.

Sus esculturas trabajan formas básicas como el cuadrado, el círculo y el rectángulo que se van ensamblando con un método constructivo y formal, dobleces en las cadenas, seriales que se repiten y se encajan como armando un rompecabezas, formando un volumen que encaja correctamente las partes que se encuentran en diversa piezas. A su vez su pinturas son telas impresas en su taller, esta forma sui generis de pintar en la que realiza cultivos ferrosos sobre superficies sintéticas, en ambientes húmedos para producir reacciones químicas de corrosión. El proceso intensifica el color dando una gama de colores óxido que van desde el negro hasta los terracotas y amarillos, pintando y despintando superficie.

Estos pigmentos estables y no tóxicos que algunos han denominado colores de Marte por ser tonalidades que no producen contaminación alguna. A través de estos largos procesos de descomposición de líquidos y óxidos con los cuales fija planos arquitectónicos, fachadas o elementos urbanos, utiliza fijadores y ácidos para acelerar o detener el proceso, al comienzo era una técnica en la que el azar interactuaba de una manera contundente, hoy sus procesos son más controlados y la impresión se realiza de una manera controlada. Estas técnicas se asocian también con la biotecnología, en la medida en que son procesos que se realizan por medio fermentación y oxidación de elementos ecológicos.

La oxidación resulta vital en sus trabajos pictóricos, e incluso en algún momento Gómez se atrevió a afirmar que su trabajo en realidad no eran pinturas, sino registros de este proceso que depende de la acción, el medio, la atmósfera y la humedad, por esto mismo, su interés en este momento es instalar sus pinturas haciendo coincidir el espacio arquitectónico planteado, en este caso frisos y fachadas se involucran en el montaje, involucrando igualmente espacios interiores y planos de la ciudad perdida.

Arquitecto de formación, luego se adentrará en el mundo textil, de ahí se generarán sus primeras obras como los Aéreos telas tensadas como si fueran velas de barco, realizadas a partir de tejidos realizados en telar presentados en el IX Salón Atenas del Museo de Arte Moderno de Bogotá en 1984. Luego vendrán los grandes nudos similares a los Quipus, compuestos de cuerdas anudadas similares a ábacos, que han sido leídos como una escritura incaica, e igualmente como una forma de contabilidad.

Posteriormente, en 1987 será invitado a la Bienal Internacional de Lausana, evento reconocido mundialmente que se especializa en arte textil. Esta Bienal le dio una pauta para presentar Muro Interior obra planimetrica de un espacio interior a base de planos que se superponían.

Luego vendrá la serie de Los Mutantes, esculturas anudadas y de gran volumen, realizadas a partir de la tensión de fibras sintéticas de polipropileno. Su búsqueda se centrará en proporcionar la rigidez al material simulando láminas de hierro.

Esta serie fue realizada igualmente en tierra y en pequeña escala, combinando epoxicas, logrando un terminado que remite a formas orgánicas, similares a corales marinos, que en el montaje se colocan gráficamente, a la manera de un abecedario.

Sobresalen también sus esculturas minimal realizadas con piedras monumentales, tales son los casos de Hito presentada en el XXXIV Salón Nacional de Artistas, y que se compone de dos grandes bloques cuadrados de piedra presentados en posición angular dando la sensación de unos dados en equilibrio. De acuerdo con estos intereses encontramos Sin fin, trabajo ubicado en el campus de la universidad javeriana, y que está constituido por cuatro rectángulos de piedra de labor, de 200x100x50cm y de 3 toneladas cada uno, extraídas de las canteras de Bojacá, municipio aledaño a Bogotá. Estas piedras, situadas en círculo y cada una de ellas orientada hacia un punto cardinal, nos remiten a la imagen de un observatorio astronómico como el de Stonehenge y al mismo tiempo es una obra que se compromete con el espacio de la Universidad por inscribirse en la arquitectura propia de ésta, al ser un punto de encuentro y de orientación para el transeúnte habitual, convirtiéndose en un hito para esta institución.

Posteriormente, en su obra tridimensional Gómez ha utilizado diversas fibras sintéticas, naturales y resinas, bandas industriales, piedras, metales y materiales reciclados. De sus grandes nudos, pasará a un trabajo en láminas oxidadas en las que por medio de cortes de rayo láser dibujará figuras geométricas y las intercalará con siluetas de animales que se repitieran como series, a su vez ya explorará los planos arquitectónicos que hoy se ven en su pinturas, en estas esculturas realizará cortes de plantas arquitectónicos, puntos y rayas, que se asociarán con la numerología maya, los exágramas del I Ching y las primeras tarjetas perforadas de programación de computador.

Por otro lado, a principios de los 90 comienza a investigar en su pintura los procesos de descomposición orgánica que dan como resultado una serie de pinturas, en la que se cambia los medios tradicionales por pigmentos creados a partir de extractos de zanahoria, pigmentos, ácidos, con el paso del tiempo se crean también una serie de pieles de moho, el resultado una serie de paisajes abstractos en que lo aleatorio y agentes externos como la luz, la humedad actúan y producen diferentes reacciones químicas sobre el lienzo. Para el artista en este momento lo importante es investigar los ciclos de vida y muerte que pueden existir en la naturaleza.

Finalmente, con esta serie de obras se ponen en evidencia las relaciones entre arquitectura, escultura y entorno natural, como un patrón de pensamiento que quiere evidenciar una cosmovisión personal del mundo que siempre va a estar asociada a lo ancestral y a lo urbano.

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